HAY UN ORO DULCE Y TRISTE
Hay un oro dulce y triste
en la malva de la tarde,
que da realeza a la bella
suntuosidad de los parques.
Y bajo el malva y el oro
se han recogido los árboles
verdes, rosados y verdes
de brotes primaverales.
En el cáliz de la fuente
solloza el agua fragante,
agua de música y lágrima,
nacida bajo la hierba
entre rosas y cristales…
…Ya el corazón se olvidaba
de la vida…; por los parques
todo era cosa de ensueño,
luz de estrellas, alas de ángeles…
Sólo había que esperar
a los luceros; la carne
se hacía incienso y penumbra
por las sendas de los rosales…
Y, de repente, una voz
melancólica y distante,
ha temblado sobre el agua
en el silencio del aire.
Es una voz de mujer
y de piano, es un suave
bienestar para las rosas
soñolientas de la tarde;
Una voz que me va haciendo
llorar por nadie y por alguien
en esta triste y dorada
suntuosidad de los parques.
[Más poemas de Juan Ramón Jiménez]
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